12/3/19

Langosta migratoria

El peligro de la langosta migradora (Locusta migratoria) reside en una particularidad de su biología: la especie es en general solitaria, pero en determinadas circunstancias, se hace de pronto gregaria, cambiando de comportamiento y adoptando progresivamente un color particular.
Las langostas migradoras empiezan de pronto a poner huevos, y las larvas, que nacen en menos de dos semanas, no se dispersan, sino que permanecen asociadas en masas compactas. Un enjambre puede ocupar varios cientos de kilómetros cuadrados, con entre 40 y 80 millones de langostas por kilómetro cuadrado.
Llegadas a la fase adulta, echan a volar en enjambres pobladísimos y, transportadas por el viento, cubren a veces largas distancias, de más de 100 kilómetros en un día, para dejarse caer sobre las plantaciones, que devastan en pocas horas. Cada langosta migradora consume su propio peso en vegetales cada día.
Su coloración depende tanto de la edad del individuo como de su estado (solitario o gregario).
Las larvas en época solitaria son verdes o marrones, mientras que durante las superpoblaciones son amarillas o naranjas cubiertas de puntos negros.
Los adultos en la forma solitaria son pardos con una extensión variable de verde en función del color de la vegetación. La forma gregaria es parda con grandes extensiones amarillas muy intensas; además los individuos son ligeramente más pequeños, entre 4 y 6 centímetros, dependiendo del sexo, pues las hembras son generalmente de mayor tamaño.

Las fotografías, son de autoría propia.

Fotografia tomada en Octubre 2015